Es innegable que empezar de nuevo no es cosa fácil. De hecho, en el imaginario colectivo existe la creencia injusta de que las segundas partes, ya sea de una película o de cualquier otra obra humana, nunca son buenas. Por lo tanto, cuando se reinician cosas que fueron abandonadas por una u otra razón, la mayoría de las personas no le dan la importancia debida.
El Green Moon Festival fue un gran evento en el pasado. Y como todos saben cayó en el olvido, temporal, por fortuna. Y ahora vuelve con nuevos bríos y ganas de recuperar el tiempo perdido. Ojalá lo consiga. El primer paso, o sea, volverlo hacer, ya se ha dado. Y es gigante. El segundo debe estar orientado hacia su conservación eterna.
Esto último compromete la capacidad de acción de quienes están a cargo de su organización y de las empresas o personas que lo financian de alguna manera, sin otro interés, primordial, digo, que el bienestar público.
El Green Moon Festival no sólo ha de ser un evento cultural y musical pasajero, tiene que convertirse en un patrimonio público que concite la unidad de quienes habitan estas islas.
El anhelo del presidente de la fundación que impulsa este certamen caribeño Kent Francis James, en el sentido de que “el Green Moon Festival se convierta en un deseo generalizado, en un espacio de recreación de las diferencias, en un abrazo de raza y cultura (como reza su eslogan actual), tiene que hacerse realidad. De lo contrario, este nuevo Green Moon festival no alcanzara la gloria que merece, ni siquiera la que logró el de la época pasada.
El Green Moon Festival debe formar parte, en serio, de la identidad cultural del archipiélago. Tiene que transformarse en un elemento integrador de Colombia con el Caribe y el mundo. A San Andrés no le queda otro camino que cuidar del Green Moon Festival como si se tratara de la joya de la corona. Proyectar desde ya que en un futuro, no muy lejano, pueda ser declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, como lo es hoy el Carnaval de Barranquilla.
Pero para ello es imperativo trabajar duro y parejo, desde ahora, a fin de convertirlo en un referente cultural de gran valía a nivel nacional e internacional. En un certamen que convoque la reflexión y represente bien la identidad y las tradiciones de esta comunidad.
Si eso se logra, la comunidad internacional y las instituciones que procuran la conservación de tesoros culturales como este, no dudarán en apoyar su permanencia en el panorama caribeño y mundial.
COLETILLA: "La riqueza semeja al agua de mar: cuanto más se bebe de ella, tanto más sediento se vuelve uno", Arthur Schopenhauer.